Cuando pienso en los espacios urbanos y los centros de las ciudades, inevitablemente me viene a la cabeza la escasez de servicios de accesibilidad que estos incluyen para las personas. Quizá se debe a que nos centramos más en el crecimiento urbano, en las propias infraestructuras de la ciudad, y no tanto en las necesidades de quienes habitamos en ellas.

Según el Índice de Accesibilidad e Inclusión, una ciudad puede considerarse accesible e inclusiva cuando mediante sus procesos, infraestructura y servicios garantiza la autonomía y el desarrollo personal de todas las personas, mejorando la calidad de vida y la igualdad de oportunidades. En América Latina, y según datos del Banco Mundial, las personas que padecen algún tipo de discapacidad representan 14.7% de la población. En el caso de las personas mayores la CEPAL precisa que en 2022 se censaron 88.6 millones de personas mayores de 60 años en la región, quienes representan 13.4% de la población total.

En las ciudades, ambos colectivos comparten una característica común: son personas que representan una alta posibilidad de enfrentarse a la exclusión social, al considerarse individuos con “necesidades especiales”. Por ejemplo, en América Latina las personas mayores son uno de los grupos de población más olvidados en lo referente a las ciudades, y muchas de estas personas ni siquiera viven en espacios urbanos como tal, sino que forman parte de zonas rurales que suponen condiciones desventajosas de tipo social y económico. Un grupo del que todos acabaremos formando parte y que no para de crecer debido al envejecimiento de la población. De hecho, se estima que 16.5% de la población latinoamericana será mayor de 60 años en 2030. 

Sin embargo, para que una ciudad se considere accesible e inclusiva, no solo debemos contemplar barreras arquitectónicas, sino que influyen otros elementos como: políticas públicas, datos de empleabilidad, calidad de los espacios de recreo, movilidad… Se trata de una cuestión transversal que tiene que abordarse como tal, y contar con el apoyo de todos los agentes.

Me gustaría destacar uno de los grandes aliados que, para mí, juega muy a favor tanto de las ciudades como de las personas. Este aspecto es la tecnología, y soy consciente de que a veces se cuestionan sus desventajas, pero me gustaría destacar su capacidad para impactar positivamente en cuanto a servicios de accesibilidad se refiere.

Más allá de trabajar como ingeniero especializado en accesibilidad, también me gustaría proporcionar mi opinión como persona con discapacidad visual desde los 15 años y cuya vida ha mejorado en gran parte gracias a los avances tecnológicos. Progresos que hoy me permiten algo tan sencillo como coger un taxi sin necesidad de ayuda externa, algo que hace años era impensable. 

Y para seguir profundizando en el sector del transporte, la tecnología ha supuesto un gran avance en este aspecto. Tanto, que ha permitido a todas las personas contar con la capacidad de moverse con autonomía por las ciudades, impulsando la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, gracias a códigos situados en las paradas de autobús una persona con discapacidad visual puede saber con su móvil cuánto le queda de distancia al autobús, cuándo está llegando o si es en el que se tiene que subir o no.

En el caso de Cabify, nos permite saber si nuestro conductor está llegando al punto de recogida, y permite, al mismo tiempo, que él o ella estén informados de que van a recoger a una persona con una discapacidad visual que necesita ayuda para subir a bordo. 

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Sin duda, dos buenos ejemplos de que la tecnología también puede actuar en favor de la igualdad. ¿La ventaja para seguir avanzando en este aspecto? Pues que tenemos las herramientas, y ahora hay que emplearlas y ponerlas al servicio de las personas que lo necesitan.

También es importante trabajar con perspectiva humana, abogando por individualizar cada vez más los servicios, con filosofías de co-diseño para trabajar la accesibilidad de forma inclusiva. Como comentaba, desde mi punto de vista, esta es la mejor forma que tenemos de hacer de las ciudades espacios mejores en los que vivir más y mejor. 

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